Es para lo que sirven los libros
de historia y los documentales de “la dos”. Siempre, al terminar de revisar un
pasaje de nuestro pasado, escapamos el mismo pensamiento: “se veía venir”, si
el libro o documental de turno son de calidad, por supuesto, y analiza no solo
los hechos que han marcado nuestra historia sino las circunstancias que
llevaron a ellos.
La revolución francesa no fue, a
secas, producto de una charla de bistrot entre cuatro amiguetes a los que Louis
XVI les parecía un calzonazos manejado por la archiduquesa y su camarilla de
cortesanos. Una economía arruinada, un tercer estado - la burguesía - harto de
pagar todos los impuestos y carecer de derechos, y un pueblo empachado de
manzanas podridas y pan robado a las ratas en las alcantarillas de Paris,
terminaron generando el cambio político-social más importante de la historia de
Europa. Se veía venir.
Posteriormente, Gavrilo Princip,
el 28 de junio de 1914 en Sarajevo, tan solo prendió la mecha de una bomba de
nombre Europa, sumida en los conflictos derivados de la rivalidad económica y
política, infestada por los muy diversos e intensos espíritus nacionalistas, y
cuyo máximo objetivo era dar salida a la vertiginosa carrera armamentística en
donde los prohombres de la época obtenían exuberantes beneficios. Hoy todos
conocemos las consecuencias: 12 millones de muertos y un tratado, el de
Versailles, que no satisfizo a nadie, y que termino poniendo a los pies del
“cabo iluminado” la alfombra roja para justificar una de las mayores atrocidades
conocidas en los últimos siglos. Se veía venir.
Está claro lo que dirán los
ciudadanos del siglo XXII, los supervivientes al calendario de la abeja Maya,
cuando en su pantalla de televisión, generada holográficamente en un espacio
tridimensional, vean un retrodocumental en 6D, uno de los buenos, de los que
sacarán viejas imágenes de los Berlusconi, Merkel, Sarkozy, Zapatero, o Rajoy.
Se darán cuenta de como sus antepasados asistimos impertérritos a la supresión
lenta de todas nuestras libertades y derechos sociales con la excusa de cumplir
con los requisitos que nos marcan las agencias de calificación. Seguramente se
llevarán las manos a la cabeza viendo, o leyendo - si es que para entonces se
sigue leyendo -, como los bancos y sus camaradas del capital nos fueron estrangulando con una estrategia
maquiavélica hasta que, ya casi sin aire para respirar, conseguimos levantar el
puño. Y entonces dirán: Se veía venir.
Pero realmente siempre las hemos
visto venir. Nuestros antepasados, los que dejaron la camisa ensangrentada de Louis
XVI, aquellos que se echaron a las armas en el catorce, y sin duda alguna nosotros mismos.
Y como ha ocurrido en toda la historia nos decidiremos a quitarles lo bailao, e
intentar poner las cosas en su sitio, hasta la siguiente.
Claro siempre pasa lo mismo. Se ve venir y no hacemos nada por evitarlo.
ResponderEliminarEn cada momento, siempre parece que no es el pueblo el que tiene las herramientas para evitarlo, aunque termina siendo este el que paga las consecuencias. Ya nos toca aprender de la historia.
ResponderEliminarMuy interesante, tu comentario. Realmente impresiona lo poco que aprendemos de la historia...es como si de alguna manera nos pareciera que lo que ocurrió una vez no puede volver a ocurrir, que es impensable. Por otro lado, queda claro que hasta ahora, tarde pero finalmente...el pueblo siempre termina por ponerse en pie.Debe ser cuestión de supervivencia.
ResponderEliminarInteresante, Oscar. Mucho.
ResponderEliminarLa historia siempre nos enseña cosas, peor nosotros nos empeñamos en olvidarlas..
Gracias Begoña. En efecto, vivimos - en el mundo occidental - en una sociedad acomodada en un bienestar que no queremos perder, de eso se aprovechan “los poderes” para seguir apretándonos las tuercas, pero todos, los más fuertes y los más débiles, tenemos un límite.
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