martes, 15 de abril de 2014

HISTORIA DE VACACIONES

         —¡Papá, papá, que te pasas el cruce! ¡La autopista es por la derecha!
         —Ya lo sé Dani, pero nosotros vamos por la carretera.
         Dani con una mirada indecisa:
         —Todos van por la autopista…
         —Pero nosotros no, hijo. Cuesta seis euros y… ¿recuerdas la avería de tu bicicleta? A veces hay que elegir. ¡No tenemos prisa!
         —¡Vale, enciende la radio! Quiero oír música.
         —No funciona, Dani.
         —¿No la reparaste?
         —Gasté ese dinero en flores para… ya sabes, hacía mucho tiempo que no le poníamos flores.
         Los ojos de Dani perdidos en ese azul que sólo el cielo consigue ofrecer.
         —Era muy guapa, ¿verdad, papá?
         —Sí, Dani. Como tú.
         Ahora es la mirada de papá la que necesita el brillo del sol para evitar la humedad.
         —Papá, ¿por qué nos hemos traído toda la ropa?
         —Porque es lo único que nos queda, Dani. La ropa, la bicicleta y los recuerdos.
         —Entonces… ¿no son vacaciones?
         —¡Claro que sí! —Papá sonríe—. Pero sólo dos semanas, Dani. Luego empezarás en el colegio del pueblo.
         —¿Y tú que harás? ¿Vas a volver a la fábrica?
         —No, Dani, ya no hay fábrica adonde volver.
         —¿Y quién le regará las flores?
         —Los ángeles, hijo. Cuando llueve es porque los ángeles están regando todas las flores.
         —Yo no creo en los ángeles, papá.
         —No digas eso, mamá es ahora una de ellos.
         —¿Y por qué no hace que dejes de llorar? Te oigo algunas noches.
         Papá detiene el viejo coche, apenas hay tráfico en esa carretera, y abraza a su hijo.
         —Podemos ver a los ángeles, Dani. Lloro cuando la veo, lloro de felicidad.
         —¿Y yo, papá, por qué yo no la veo?
         —Todavía eres un niño y los niños sólo veis a los ángeles cuando soñáis y después, al despertar, ya no os acordáis.
         —¿Y cuándo me haré mayor? Yo también quiero llorar contigo.
         —Nunca hay prisa para hacerse mayor, hijo. Algún día lloraremos juntos, como dos hombres.
         —Papá, estos días no llorarás, los ángeles también se habrán ido de vacaciones.
         Papá le revuelve el pelo a Dani.
         —No se sabe, hijo, con mamá nunca se sabe, ella es muy trabajadora.
         —¿Papá?
         —Dime Dani.
         —Cuando lleguemos al pueblo, no le digas a la abuela que ves ángeles.
         —¿Por qué, hijo?
         —No la obligues a ella también a mentirte.

©Oscar da Cunha
15 de abril de 2014