viernes, 19 de julio de 2013

DE LUGARES Y RINCONES

EL PUENTE
Ya sé que no salen en la foto pero, siempre he sido un tipo con suerte y, aunque hayan pasado muchos años, yo consigo seguir viéndolos. Él no tendría más de… ¡Bah! ¡Qué más da! Y ella…, con la luz de su mirada bajos los rizos sigue iluminando las aguas del arroyo.


Cuentan que todo el paraje está envuelto en una magia especial, que el sortilegio de las brujas sigue encerrado entre las rocas de la cueva, que las aguas del reguero transportan el secreto de la eterna felicidad y que besarse sobre las maderas de roble del puente de las ilusiones jurándose amor eterno garantiza… ¡Qué va! 

Ellos realizaron el ritual completo hace ya… ¡casi una vida!, pero yo sé que en nada de eso está el mapa del camino. Cada amanecer, cada anochecida, cada día de sol o de lluvia hay que renovar el voto de la ilusión. Son muchos los inviernos que me han demostrado que después del frío llega la luz del verano y que, aunque éste caliente los cuerpos, los montes se volverán a llenar de nieve y en las largas noches de temporal habrá que seguir echando leña en el fuego. 
EL ARROYO

Yo también creo en los lugares mágicos pero, puedo aseguraros que no están ocultos en recovecos bajo ninguna montaña, no transcurren sobre las piedras que atraviesan el bosque y los puentes sólo sirven para cruzar sin mojarse los pies. Esos lugares mágicos se esconden en nuestro interior y es necesaria la voluntad de dos para llegar hasta ellos. Son la sinceridad y el respeto las que tienden los puentes, es la complicidad la que hace que el agua se deslice transparente atravesando las sombras del bosque, y los errores…, esos no se guardan en ninguna de nuestras cuevas porque, cuando son compartidos, se los lleva el viento con la promesa de no volver.

Dicen que el amor es un juego que se disfruta en las distancias cortas, pero yo no estoy de acuerdo, la vida me ha enseñado a apreciar que en los viajes de largo recorrido está el auténtico placer. Y tampoco es cierto que los trenes pasen caprichosamente una vez; cada noche vuelven para recordarnos que, aunque el día se nos haya escapado entre los dedos, tan sólo ha sido un día y con ambición se puede recuperar siempre que saquemos dos billetes.
LA CUEVA
Ya sé que no salen en la foto pero hoy he vuelto a verlos. Él, con más canas, la sigue mirando como el primer día y ella, ha conseguido mantener el brillo de sus ojos, por eso las aguas del arroyo conservan su pureza, por eso el puente sigue en pie y el sol se cuela entre los orificios de la montaña iluminando la cueva. No busquéis la magia en ningún lugar, utilizar el poder de vuestras almas para que en cada rincón os encontréis a vosotros mismos.

Oscar da Cunha

19 de julio de 2013