FELIZ NAVIDAD, CON
SUERTE.
No voy mucho por la pescadería, entre otras
cosas porque últimamente no voy mucho por ningún sitio que no tenga relación con
mi trabajo, pero hoy me ha tocado “lo puesto” en un décimo de lotería. Visto
que este ha sido mi año de la suerte y que los grandes destinos se forjan
gracias a las pequeñas decisiones: dos doradas, de vivero, para cenar.
Toca esperar, por esto de la crisis la
pescadería decidió reducir personal y estos días los clientes parecen tener
tarifa plana.
Era su turno, bajita, regordeta, pero con esa
dulce voz que solo tienen muchas mujeres que saben lo que es querer y sufrir. A
través del espejo del establecimiento vi reflejada su cara: unos labios que no
hace tantos años seguro que fueron deseados por muchos tipos del barrio, y unos
almendrados ojos verdes que terminaron sonriendo al que menos le convenía.
“Ponme una merluza para rellenar, ¡pero por
favor, dámela buena! A ver si este año todo sale bien”.
Su tono, suplicante, revelaba que la noche
del sábado se tendría que enfrentar, una vez más, al tribunal de la
inquisición. Al oírla, el animado parloteo de los que esperábamos turno se
amordazó. Más de una mirada cómplice entre la pescatera y alguna clienta
habitual.
Minutos después salió. El espejo no me había
engañado, esa verde mirada, hoy melancólica, intentaba sonreír evocando mejores
tiempos, cuando el tipo elegido, el que menos le convenía, supo pronunciar las
palabras adecuadas para conseguir sus labios. En su bolsa de cuadros, su
crucifijo de tres kilos, el que le iba a librar de la ira de su propio Domingo
de Guzmán. Ojalá que el precio pagado mereciera la pena, se tendría que
conformar con el rimel y la barra de labios del chino de la esquina
“Esperemos que este año no se tropiece con
ninguna puerta”. Más miradas cómplices tras el comentario de una clienta.
Es lo que tiene hacer de nigromante a través
del espejo de una pescadería; su ausencia, la de ella, me dejó la imagen de un
cabrón, el que menos le convenía. El retrato de un tipo que solo se pone las
pelotas al llegar a casa porque sabe que sus súbditos conocen el precio que
comporta no satisfacer hasta sus más infames caprichos. Un desgraciado que,
incapaz de afrontar las duras pruebas a las que a todos, a veces, nos somete la
vida, descarga su minusvalía mental destrozando la vida de quienes no merece.
Feliz Navidad, señora de los ojos verdes,
deseo de todo corazón que esa merluza que, pese a todo, seguro que prepararás
con cariño, te ayude a sortear las
puertas de tu casa. Y para el año que viene, si el hijoputa que te engañó
cuando aún creías en el amor no te ha destrozado a golpes, te buscaré por la
calle, ya sacaremos de alguna mercado negro el ak47 que le vas a poner en la
próxima cena de nochebuena.
Feliz Navidad a todas las que, como mi señora
de los labios deseados, respirareis aliviadas cuando ya en el amanecer navideño
seáis las únicas que seguís en pie recogiendo los trastos, mientras el cabrón
de turno, el que tampoco os convenía, ronca su borrachera en una cama que no se
merece.
Me temo Oscar, que "tu señora de los ojos verdes" no pueda leer tus deseos. Desgraciadamente, es casi seguro que no tenga tiempo... quizá ni sepa que existen estos mensajes en la red. Me apena porque le habría encantado.
ResponderEliminarDuele tanto amor tirado a la basura ¿verdad?
Seguro que no lee, Amiga Begoña. Cuando una ser juega el pellejo a diario para mantener sedado al tirano de turno…
ResponderEliminarPor desgracia hay demasiados casos como el suyo, y yo no he querido dejar pasar la oportunidad que me ofreció la imagen en aquél espejo sin brindarles un pequeño homenaje a todas esas heroínas/víctimas cuyos sueños no van más allá de luchar por su supervivencia en estos días. Dan lo mejor que tienen a la persona equivocada, seguramente, en su momento, no supieron elegir la compañía adecuada, la vida no les dio criterio para elegir, “no fueron al colegio porque eran unas niñas”
Un Abrazo Amiga.