¿Seguro que a vosotros también os
pasa?
Yo
la veo asomarse en la distancia, con una escurridiza sonrisa enigmática y
fugaz. Intento responder al gesto pero algo inexplicable se la ha llevado.
Porque prefiero consolarme de que así sea y no por su propia su voluntad que
ella me evite.
A
veces la encuentro deslizándose entre las aguas, suele ser en una playa tranquila y con
poca luz. Está desnuda, como yo la quiero. Lo sé porque juega a enseñarme la
parte que ella considera su capricho, seductora, provocativa, insinuándome que
hay más, mucho más, incluso todo, y que si nado hacia ella…, lo demás, lo que
imagino, me puede ser concedido. Y voy. Pero nunca llego a tiempo. Y entre la
penumbra submarina que no atraviesa la luz de la luna, intuyo, pero sólo una
silueta que se desliza hasta una profundidad que yo no me atrevo.
Sé
que es hermosa como…, como sólo ella es capaz de serlo. Pero no os la puedo
describir porque con lo que único que he aprendido a conformarme es con un vago
recuerdo. Sí, ese recuerdo que se disipa entre gasas cuando despiertas y sabes
que has pasado la noche en su compañía. Es el castigo de los sueños, de los
buenos, los que vienen de serie con la condena a ser olvidados. Y esos primeros
minutos, tan escasos y difusos con los que te sorprende el despertar, no son
suficientes para retener el placer de haberla tenido entre mis brazos.
He
oído a muchos hablar de ella, pero no conozco a ninguno que la haya conseguido,
y aunque tenga que admitir mi egoísmo, me alegro. Porque sé que, completa, no me la
hubieran contado, y estaría condenado a los celos por la eterna espera de que
en alguna ocasión, como esos otros, también la hiciera mía.
A
veces, incluso dudo de que exista y que no se trate más que de otro de esos
trucos con los que la imaginación juega. Pero enseguida me quito esa tontería
de la cabeza, porque aunque no sea más una pequeña parte, algo de su brillante
piel sí he conseguido ver. Y sé que con ella no son buenas las prisas porque no conducen
más que a su contrario, el engaño.
Ahora
estoy seguro de que a vosotros también os pasa. Y que como yo, soñáis con ella,
os acercáis pero tan sólo conocéis su nombre. Se llama Verdad.
Oscar da Cunha
21 de febrero de 2016
"sé que con ella no son buenas las prisas porque no conducen más que a su contrario, el engaño." Otro día más ¡Gracias !
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