EL DRAGÓN DE LAS
ESTRELLAS
Una de las ventajas de mi trabajo es que me
permite relacionarme con mucha gente. Bueno, realmente esa es la única ventaja
de mi trabajo y yo la disfruto, debe ser por eso por lo que me pagan muy poco.
Digamos que mantengo un equilibrio razonable: de mi trabajo, la empresa se
lleva el beneficio económico, y yo… llego a fin de mes compartiendo inquietudes
y en ocasiones también alegrías con mis clientes.
Indudablemente, a veces, a lo largo del día
me las tengo que ver cara a cara con Mefistófeles, disfrazado de empresario o
de sugerente veinteañera, pero ya conozco sus múltiples caras, nos hemos
enfrentado en muchas batallas; y yo, a estas alturas, durante esas entrevistas
coloco el piloto automático y dedico la escasa parte útil de mi cerebro a
quehaceres más placenteros. ¡Eso si! En el momento del “hasta la vista” siempre
vuelvo a ocupar el control de mi barco para ser yo mismo quién se despida con
un respetuoso ¡Que te den!
Pero, algún privilegio tenía que tener mi labor
y, de vez en cuando, coloca mi silla frente a la de seres “diferentes”.
Enseguida, tras darnos la mano y traspasar
rápidamente las rituales presentaciones, percibí la sensación. Gabriel (prefiero
el nombre de otro arcángel), no era un tipo ordinario, en estas ocasiones
guardo un respetuoso silencio, conozco esa sensación, siempre me aconseja
escuchar.
-
Yo soy disminuido mental -. Me lo arrojó mirándome a los ojos, con su casi
metro noventa, pelo ya cano y bigote amarilleado por el tabaco.
-
Soy esquizofrénico y ex-alcohólico. He dedicado más de cincuenta años de mi
vida a destruirme, soy un profesional, pero ahora he decidido cambiar de
empleo.
Estábamos en una pequeña taberna de pueblo
pequeño, sillas y mesas de madera de verdad, de las que todavía pueden brotan
ramas y flores. Poca luz, y menos clientes. Nos sonreímos.
-
¿Me entiendes, verdad?
-
Soy un alumno aventajado-. Le contesté. No me atrevo a decir que éramos almas
gemelas, entre otras cosas porque yo, a veces, dudo de tener la mía.
Nos pasamos hablando dos horas más de las que
dedico a cualquier cliente habitual. Él tenía que marcharse, yo aún seguiría
allí, escuchándole, siempre me identifico con los seres que esta estúpida sociedad
considera marginales.
Solo hablamos de él, era el más interesante
de aquella reunión. Compartimos recuerdos de la puerta del infierno, y su
experiencia me hizo entender que solo quienes han ardido en la hoguera son
capaces de contar todas las estrellas del cielo.
Intentó contarme su vida en tan solo tres
folios, pero Gabriel es uno de esos personajes cuyas inquietudes no cabrían en
la enciclopedia británica.
Aún así, él mismo me abrió la primera de las
siete puertas de su oscuridad, me regaló ese poema que recoge la visión de un
nuevo mundo y que tan solo los que son como él empiezan a comprender: “El
Dragón de las Estrellas”.
Soy tenaz cuando alguien lo merece, y
conseguí arrancarle la promesa de futuras conversaciones. Solo me pidió valor
para afrontar el ritual de iniciación necesario para cada una de sus seis
puertas restantes. Espero dar la talla.
Me guardo para mí su auténtica identidad, no
por preservar su anonimato, él ya tiene superados todos los prejuicios, sino
por puro egoísmo; lo quiero solo para
mí, además esta sociedad, marginándolo, ha demostrado que no le interesan los
dragones de estrellas.
Su poema tampoco lo comparto, los que tengáis
inquietud no tenéis más que mirar al cielo en una noche despejada, allí están
todas sus letras, sabréis ordenarlas, a los que no la tengáis ¡Que os den!
Oscar da Cunha
17 de Febrero de 2012
Bien, una deliciosa nueva versión de la relación entre el Zorro y el Principito...Se ve que Gabriel te dijo a su manera ¡domestícame! y él también inició lo propio contigo seduciéndote con ese Dragón de estrellas.
ResponderEliminarAsí suele empiezar esa relación que es la más plena que conozco. Seguro que la última frase de "Casablanca" se murmuró al levantaros de aquellas sillas en las que todavía "podrían brotar ramas y flores"
Genial.......... ke te voy a decir yo
ResponderEliminarTú precisamente tienes mucho que decir.
EliminarUn Abrazo Xuxo
Oscar
Imaginas perfectamente la situación Begoña, y veo que la experiencia no te resulta ajena.
ResponderEliminarAmbos, Gabriel y yo, deseamos que continúe el baile. Seguirá, yo lo necesito más.
Un Abrazo.
Oscar
solo los que han tocado fondo , saben salir y ver la claridad con que nos alumbran las estrellas. muy bueno oscar
ResponderEliminarSuele pasar, muchos para ver leer el firmamento necesitan/mos una llama aunque sea la del averno.
ResponderEliminarUn Abrazo Nela
Increible historia, estoy totalmente de acuerdo, quien ha rozado las puertas del averno, y ha sabido levantarse lo hace mirando de otra manera la vida, Mirando las Estrellas..... Gabriel lo hizo, y los que sigan marginandolo son ciegos a las maravillas que su mirada pueda descubrirles.... La pena es que no sean también mudos, porque sordos hay muchos en esta sociedad, que sólo entiende lo que se tropieza todos los días y no escucha lo que de verdad importa..... GRACIAS ÓSCAR MARAVILLOSA DE VERDAD.....
ResponderEliminarMe alegra que la hayas disfrutado Monica y que hayas captado tan claramente el mensaje del personaje.
ResponderEliminarHe mirado el cielo estrellado muchas veces y nunca fui capaz de hacer poema alguno sobre lo que veía. Hasta que reparé que lo que estaba viendo, era. Un saludo
ResponderEliminarMuchas veces he mirado un cielo estrellado.
ResponderEliminarQuise ordenar lo que veía para hacer un poema con ello.
Vano empeño.
Todo está, ya, ordenado y el poema estaba hecho.
En efecto amigo Antonio, no hay mejor poesía que la que nos brinda la propia naturaleza. El cielo con sus estrellas es una más de esas postales naturales.
ResponderEliminarUn Abrazo.